Salud y Enfermedad según los significados del paciente
Las relaciones interpersonales que dentro del proceso comunicativo que se crea en los cuidados, hace evidente la importancia de evitar el proceso de despersonalización que a veces, por diversos motivos, se sufren en las relaciones humanas.
Aplicar cuidados de forma general sin tener en cuenta el contexto sociocultural de las personas puede desembocar en la ineficacia de los cuidados. Estas relaciones son imprescindibles para garantizar el éxito de las intervenciones ya que en el por un lado nos encontramos a una persona que necesita ayuda, y por el otro el profesional dispuesto a solucionar los problemas.
De forma bidireccional, debemos correlacionar los dos aspectos que llevan intrínsecos los cuidados: por un lado la aplicación de las técnicas, y por otro las relaciones interpersonales entre el profesional y el paciente. Es importante hacer protagonista al paciente en su proceso de enfermedad, de forma que se implique en sus propios cuidados.
Comprender que es "salud" y "enfermedad" para cada persona, nos ayuda a conceptualizar, enmarcar, y direccionar el acto clínico. Permitir que narre sus experiencias, sus preocupaciones, cuál cree que es el motivo de su enfermedad, cómo le afecta su estado de salud, a qué teme, o qué tratamiento cree que necesita, hace que se implique en su proceso de salud-enfermedad y a nosotros como profesionales conocer en qué contexto nos encontramos, ya que lo importante es determinar "qué significa" para él su enfermedad. y no solo conocer la enfermedad de la que se trata. La Transculturalidad y la Enfermería Transcultural permite proporcionar cuidados adaptados al contexto cultural de cada persona, respetando sus valores y creencias.
La salud es una condición propia de cada persona. Es un error entender la salud como algo que se proporciona a las personas únicamente desde fuera. Los pacientes ya tienen interiorizado qué es lo que esperan encontrar y cuáles son sus expectativas al acudir a un centro sanitario.
Con esto, llegamos a la conclusión que el proceso de enfermedad tiene dos vertientes: la del paciente y la del profesional, que en muchas ocasiones no coinciden ya que nos basamos en distintos supuestos y sistemas de valores también diferentes: manifestar estas diferencias, e intentar saltar los obstáculos que éstas nos presentan, garantizará una correcta comunicación.
El proceso de adaptación a los cambios que un estado de enfermedad provoca en cada persona tendrá éxito si al paciente se le permite hablar sobre la experiencia de su enfermedad y cuanta con alguien que le escuche de forma empática y terapéutica.
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